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Germán Santana Pérez

LA CONSTRUCCIÓN DE CANARIAS Y SU CONFIGURACIÓN EN LA CORONA ESPAÑOLA

No conocemos, si lo llegaron a tener, el vocablo indígena para referirse al conjunto de las siete islas Canarias. Parece, en cualquier caso, más fuerte en época prehispánica la adscripción a la tribu, al linaje o al territorio insular que al archipielágico, con el que aparentemente no se mantenían vínculos regulares entre sus pobladores. La misma palabra Canarias procede del nombre indígena de Gran Canaria, que a su vez procedía del nombre que a sí mismos se daban los habitantes de esa isla y que a su vez procedía, según las últimas teorías, de una de las tribus que habitaban el Norte de África durante la Etapa Antigua. La llegada de los europeos y la conquista castellana lo cambia todo, dándole un nombre al archipiélago y una configuración política, administrativa, social y económica homogénea, lo que permitió que se mantuviera la integridad física y mental, más allá de razones de lejanía o cercanía insular.

                  Esta vinculación  no se realizó en un nivel de igualdad con el resto del Estado; era un territorio recién conquistado, colonizado y ultramarino. Es cierto que las islas pasaron a formar parte del Consejo de Castilla pero no tuvieron representante en él. Fueron una excepción al monopolio sevillano o gaditano del comercio con Indias para así garantizar la posesión hispana sobre el territorio. La organización de su Iglesia se formuló bajo control real y la máxima autoridad administrativa fue entre los siglos XV al XIX militar, a diferencia de lo que ocurría en la mayoría de los territorios peninsulares; era más propia de un territorio de frontera lejana. La colonización tampoco se hizo en un régimen de igualdad con los conquistados, si bien algunos de ellos se convirtieron también en importantes propietarios. Los más altos puestos de la administración civil, militar y eclesiástica estuvo reservada a peninsulares. De hecho, existió en parte una separación formal del concepto de Canarias y el de España en la Edad Moderna.

                  Los repartimientos de tierras y aguas beneficiaron sobre todo a los principales conquistadores y a los colonizadores con mayores cantidades de capital, que se unieron casi inmediatamente a los más adinerados extranjeros que se asentaron aquí. Una minoría de la población, la dirigente, se vinculó a la estructura estatal y al lugar internacional que jugaba Canarias en este contexto. La mayoría de la población vivió al límite de la subsistencia, teniendo a la emigración como salida a las recurrentes crisis agrícolas. En este amplio sector poblacional el mestizaje fue una constante. Sus grandes decisiones dependieron de otras que se tomaban en el exterior, anteponiéndose los intereses foráneos a los insulares.

La economía se convirtió en claramente dependiente del exterior, se importaban toda clase de artículos, tanto manufacturados como alimenticios. Las islas enviaron fundamentalmente materias primas a cambio de manufacturas y otras materias primas. Sus exportaciones pudieron dirigirse hacia Europa, África y América, si bien no con las mismas reglas hacia cada continente. Mientras que el tráfico fue libre hacia Europa, las restricciones fueron mayores hacia África y sobre todo hacia América. Por el contrario, el control de la distribución era foráneo en el comercio con Europa, mientras que con los otros dos continentes se permitió una mayor participación canaria. La extracción de beneficios americana y africana pudo equilibrar la balanza de pagos con Europa. El contrabando se convirtió en una característica fundamental en este periodo. El llamado “tributo de sangre” a partir del último cuarto del siglo XVII fue una concesión consensuada entre la burguesía canaria y la Corona.

 En esta dinámica se articuló la concepción de Canarias, por encima del marco insular que, no obstante, siguió teniendo una gran influencia.  Al tutelaje político y administrativo peninsular se unió la internacionalización de la economía atlántica, en donde el Archipiélago era una pieza estratégica de ese engranaje.

 

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